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miércoles, 30 de julio de 2025

El difícil relevo del Petrismo

 El difícil relevo del petrismo: entre el personalismo, la improvisación y la desconexión con el país



La carrera por la sucesión de Gustavo Petro se ha activado dentro del Pacto Histórico, pero lo que debería ser una oportunidad de consolidar el llamado "cambio" se ha convertido en una pugna estéril por cuotas, vanidades y marketing político de baja intensidad. Lejos de configurar una campaña de continuidad real y con posibilidades de victoria, el petrismo enfrenta hoy el riesgo de una debacle por falta de estrategia, de vocerías con proyección nacional y por su incapacidad para hablarle a Colombia más allá de los círculos militantes.

La herencia de Gustavo Petro: líder carismático, pero intransferible

El presidente Gustavo Petro es un dirigente de carácter histórico, con una biografía política cargada de luchas sociales, rupturas ideológicas y una narrativa propia. Su liderazgo ha sido profundamente personalista, construyendo un movimiento que gira a su alrededor. Su figura polariza pero también convoca, y eso le dio el triunfo en 2022. Sin embargo, esa centralidad del carisma personal tiene un costo: el petrismo no ha logrado producir cuadros con verdadero liderazgo nacional, capaces de heredar su proyecto sin depender de su sombra.

Los (pre)candidatos del Pacto: una baraja sin barajador

Los nombres que suenan hoy como posibles cartas presidenciales del Pacto Histórico no despiertan entusiasmo más allá del microcosmos político. Gustavo Bolívar, María José Pizarro, Alexander López, Roy Barreras, entre otros, son rostros reconocibles en el Congreso o en medios, pero no han logrado consolidar una relación orgánica con las bases populares ni con el país nacional. No hay propuestas de país claras, ni discursos que conecten con las angustias cotidianas del pueblo colombiano. Lo que hay es una competencia de egos, de micrófonos y de likes, que no configura una estrategia de continuidad real. Muchos de estos aspirantes no saben presentarse como una versión mejorada de Petro, combinando continuidad programática con una capacidad negociadora que sume sectores diversos del frente amplio. Además, la mayoría de ellos son desconocidos por las mayorías populares, muchas de las cuales están bajo la influencia de medios oligárquicos que distorsionan el relato del cambio. Para empeorar las cosas, estos candidatos se rodean de asesores áulicos, leales pero poco técnicos o innovadores, repitiendo fórmulas gastadas en lugar de conectar con nuevas generaciones y desafíos.

Cepeda, ¿el cisne negro de la contienda?

En este escenario grisáceo, la figura de Iván Cepeda comienza a emerger como una opción real de presidenciable. La reciente condena al expresidente Álvaro Uribe por manipulación de testigos ha revitalizado el perfil ético y jurídico de Cepeda, quien representa coherencia, trayectoria de lucha por los derechos humanos y una posibilidad de articulación con sectores progresistas más amplios. Su presencia, aunque aún tímida en el escenario presidencial, podría transformarse en una alternativa con proyección si se acompaña de una estrategia territorial y una narrativa integradora.

Un partido sin partido: celebridades sin militancia

El intento de convertir el Pacto Histórico en partido ha derivado en un engendro parlamentario, desconectado de las organizaciones sociales que le dieron origen. El proceso ha sido manipulado por burócratas y operadores que privilegian la visibilidad de "celebridades progresistas" antes que la construcción de una estructura democrática de base. No hay una dirección política clara, ni una metodología que garantice una candidatura legítima y ganadora. La falta de una consulta popular amplia y transparente solo alimenta la desconfianza interna y externa.

No le hablan al país, le hablan al espejo

Lo más grave es que los precandidatos no están en campaña nacional. No están recorriendo veredas, ni barrios, ni mercados, ni plazas. No dialogan con las angustias del campesino, del mototaxista, del migrante, del joven desempleado. Están ocupados en reuniones de líderes, comités, encuestas internas, y en la pelea por el respaldo del "petrismo autorizado". El pueblo los ve como extraños. Como continuidad de una élite alternativa, pero élite al fin.

El espejo internacional: lo que se hizo bien... y lo que se hizo mal

Casos como Brasil, México, Venezuela y Uruguay muestran que una campaña de continuidad debe ser construida sobre el legado, pero también con liderazgos frescos, carismáticos y con discurso claro. Lula apoyó a Dilma con una máquina política poderosa y una candidata con liderazgo técnico y moral. López Obrador preparó a Claudia Sheinbaum con tiempo, estructura territorial, relato y lealtad. Maduro ganó con la maquinaria del PSUV y un proyecto claro de "continuidad radical". En cambio, Ecuador, Bolivia y Chile mostraron los errores de la improvisación, la división de la izquierda, y la falta de estrategia para construir mayorías después del primer gobierno popular.

¿Qué hacer? Propuestas para una campaña ganadora

  1. Consulta popular amplia, abierta y territorial: no más designaciones a dedo ni decisiones entre cúpulas. Se necesita una campaña de selección participativa, que legitime al candidato o candidata ante la base y ante el país.

  2. Liderazgo colectivo, no unipersonal: el Pacto debe dejar de ser una marca de Petro y convertirse en una fuerza plural con liderazgos reales y visibles.

  3. Campaña territorial, no de estudio de televisión: es hora de patear calle, abrazar el pueblo, escuchar sus problemas, y formular propuestas claras que conecten con lo cotidiano.

  4. Narrativa de segunda fase del cambio: sin Petro en la boleta, hay que construir un relato de continuidad con renovación, con logros pero también autocríticas.

  5. Unidad programática con el progresismo latinoamericano: construir una campaña que dialogue con las experiencias exitosas de la región, aprendiendo de los errores.

Si no se corrige el rumbo, el petrismo podría estar sembrando su derrota con sus propias manos. Colombia podría perder una oportunidad histórica de consolidar un proyecto de transformación si la sucesión de Petro se convierte en una telenovela de egos, intrigas y burocracias. El cambio no se hereda, se construye.

Y para construirlo, es necesario repensar el modelo de representación: hay que avanzar hacia una democracia directa, basada en el mérito, en los encargos y no en los cargos. Una democracia sin campañas millonarias, sin culto a la personalidad, sin selfies, sin famosos. Un sistema donde el protagonismo no sea del individuo sino del colectivo, donde el pueblo decida no solo quién, sino cómo y para qué. Porque no se trata del cargo, sino del encargo. Y para que ese encargo sea legítimo, hay que llegar no solo a los miembros del Pacto, sino a toda Colombia, entendiendo su diversidad, sus necesidades y sus especificidades. Solo así el cambio podrá echar raíces profundas, duraderas y verdaderamente democráticas.

https://movimientoprogresistacolombiano.blogspot.com/2025/08/claridad-no-mas-bochorno.html

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