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martes, 24 de mayo de 2016

Un Estudio Comparado del plan de desarrollo de BOGOTA HUMANA y BOGOTA PARA TODOS

Gustavo Petro Blog
Por Gustavo Petro
El Plan de desarrollo de Peñalosa presentado al concejo es una buena oportunidad de hacer un estudio comparativo y observar lo que ganaría la ciudad, lo que perdería, la continuidad de programas ya establecidos, su suspensión, la aparición de nuevos programas, y algo fundamental para quienes actuamos protagónicamente en Bogotá Humana y la quisimos: la visibilización de sus resultados.

Veamos el primer apartado que denominamos superación de la segregación social.
El plan de Peñalosa no se plantea un objetivo específico de reducción de la pobreza multidimensional. Bogotá humana la redujo de 841.000 casos del 2011 a 368.000 personas en el 2015. Perfectamente la profundización de las políticas sociales que implementamos podría en los próximos cuatro años llevar la pobreza multidimensional a cero. Pero el plan de Peñalosa se silencia al respecto
En la atención de personas de la tercera edad, solo se plantea al 2019, incrementar en un 9% el nivel de atención actual. Una meta insuficiente dado que aún existe un gran déficit de atención, y las personas que ingresan a la tercera edad lo hacen a una tasa altísima de crecimiento. La meta no logra siquiera alcanzar esta tasa. Bogotá Humana pasó de 50.000 personas de la tercera edad atendida con bonos de ayuda pensional en el 2011 a 130.000 en el 2015, es decir un incremento del  260%, Bogotá Mejor para Todos solo propone un incremento del 9% que es realmente irrisorio para el 2019.
En primera infancia: se plantea una meta para el 2019 de 83.000 niños atendidos en preescolares en la secretaria de educación, estos niños son los que van de tres a cinco años de edad. Nosotros llegamos a una matrícula de 87.000 en 2015; es decir que Peñalosa plantea una clara disminución de cupos preescolares cuando aún hay déficit.
Y respecto a los 170.000 niños que se atienden integralmente en la secretaria de integración social, menores de tres años, Peñalosa pervierte la cifra del 2015 y comienza por disminuirla en 50.000 niños que desaparecen. Solo pone como línea base 122.000 niños. Lo que ha hecho es despedir personal profesional que visitaba los hogares y ha disminuido la cobertura de atención. El procedimiento le permite poner como meta del plan de atención a la primera infancia 203.000 niños atendidos en el 2019 de cero a cinco años, es decir 50.000 niños menos que en el 2015.
Significa el fin del programa ámbito familiar o su marchitamiento a través de la tercerización como hace el ICBF en el país, sin ampliar la cobertura de atención. Aún existe un déficit de atención en la primera infancia, lograr cobertura total y aumentar la calidad del servicio es fundamental para la calidad educativa y la convivencia social en el largo plazo. El cuidado integral de la primera infancia es una orden de la constitución y es la política de seguridad de largo plazo más eficaz de toda sociedad.
Peñalosa plantea bajar en cuatro puntos la tasa de trabajo infantil ampliada y tres puntos la tasa de embarazo adolescente. Nosotros bajamos la tasa de trabajo infantil estricta en tres puntos.  Es muchísimo más importante reducir la estricta, dado que mientras esta son jornadas laborales completas, aquella, la ampliada, es trabajo infantil esporádico. la propuesta de Peñalosa es pasar de una tasa ampliada de 11,9, dato del 2014, no del 2015, a una de 7,9 . En el 2015 tuvimos una tasa de trabajo infantil ampliada de 9,6.  Es decir solo disminuye la tasa en 1,9 puntos de tasa con criterio ampliado que es mucho menos que lo que ya había logrado la Bogotá Humana. Es importante que la ciudadanía sepa que los tres puntos de reducción de la tasa de trabajo infantil estricto que hizo Bogotá equivale a 40.000 niños que dejaron de trabajar en mi periodo, ni todas las ciudades sumadas de Colombia lograron esa meta, al contrario Barranquilla, por ejemplo, fue la ciudad que más subió el trabajo infantil con más de 6.000 niños
En cuanto al embarazo adolescente, Bogotá Humana logró bajar de 20.000 casos 2011 a 15.000 casos en 2015, la reducción en tres puntos de la tasa de embarazo es claramente insuficiente. La la tasa de embarazo adolescente está en función de la pertinencia y la calidad de la educación.
Veamos las metas en el sector educativo:
Peñalosa plantea pasar del 97 al 100% la cobertura bruta y del 89.5 al 95% la cobertura neta en el sistema escolar y reducir al 1.5% la tasa de deserción escolar, nosotros la dejamos en el 2,3% con una reducción sustancial respecto al 2011 que fue de 3,9
Para ello planea construir 30 colegios nuevos y dice que nosotros no hicimos ninguno, y coloca como meta dejar la jornada única en un 30% del total de estudiantes, nosotros la dejamos en 253.000 estudiantes.
Aquí es sumamente preocupante la inconsistencia de las cifras. Si solo tenemos un 3% de déficit bruto escolar, para qué hacemos 30 colegios nuevos?, es decir un 8% más de colegios, que se entienden como entidades jurídicas diferentes. El déficit bruto, y las necesidades de un incremento de la jornada única se cubren con infraestructura nueva de los colegios existentes, incluso en las zonas de reciente urbanización. Un colegio, como entidad jurídica, puede tener sedes nuevas, sin crear nueva burocracia administrativa.
En las zonas de Usme, o el occidente de Bogotá urbanizadas recientemente, se necesitan ampliaciones muy importantes de los colegios existentes, y en las zonas desocupadas del centro con colegios desocupados bien se podrían volver sedes universitarias de la Distrital y ampliar sus cupos de educación superior.
O Peñalosa quiere ocultar el logro en infraestructura nueva alcanzado en Bogotá Humana, para colocar como línea base al 2015 cero colegios nuevos, cosa que ha sido repetida una y otra vez por los medios de comunicación, desconociendo que Bogotá no necesita colegios nuevos, es decir creación de entidades jurídicas nuevas, sino sedes nuevas, es decir infraestructura nueva y adicional para los colegios existentes, que es lo que Bogotá Humana entregó: 25 sedes nuevas  y 23 en construcción, algo que no había logrado ningún gobierno anterior.
O la obsesión de Peñalosa por crear entidades jurídicas nuevas en el entorno escolar tiene que ver más con su intención de entregar infraestructura escolar a entidades privadas a través de la concesión y profundizar su propuesta de privatización de la educación.
Una infraestructura nueva adicional de un colegio existente hace lo mismo que un colegio nuevo con infraestructura nueva, pero tiene la misma administración del colegio existente y no necesita una nueva. Es claro que aquí la administración va hacia una mayor privatización de la educación escolar
El impacto que esta política tiene sobre la jornada única corrobora mis palabras. Bogotá humana llegó a 253.000 estudiantes en jornada única de 840.000 estudiantes en total, es decir un 30% del total, pues bien, el plan de Peñalosa mantiene esta misma meta para el 2019, la jornada única no aumenta, y lo único que propone es llevar a un 35% de los estudiantes, entre aquellos que no se benefician de jornada única, a algunas extenciones como salidas pedagógicas, etc.
La pregunta que asoma es entonces, si no aumenta la jornada única que implica más infraestructura escolar, y tampoco aumenta la matricula total, dado el cambio demográfico de la ciudad, entonces para qué son los colegios nuevos? Para trasladar estudiantes de colegios públicos a colegios bajo administración privada?
Peñalosa plantea crear 25.000 nuevos cupos universitarios, dice que nosotros creamos 3.900 para el 2015, en realidad creamos 5.000 cupos este objetivo, pero Peñalosa no aclara si es una cohorte inicial, lo cual significaría en cuatro años una universidad de por lo menos 125.000 estudiantes al final de los cuatro años. O la cifra no es de una cohorte inicial, sino un total por los cuatro años lo cual significaría que es solo mantener el esfuerzo de la Bogotá Humana sin ampliarlo, los 5.000 cupos de la cohorte inicial de Bogotá humana de mantenerse, se vuelven 20,000 estudiantes al pasar los semestres y la infraestructura para ello ya fue contratada por mi administración en el 2015.
El plan de Peñalosa plantea bajar la mortalidad infantil a 8.16 por cada diez mil nacidos vivos en el 2019, dice que nosotros obtuvimos una tasa de mortalidad de 9,6 en el 2014, y coloca esa cifra como línea base, pero desconoce por completo el resultado del 2015, que es la verdadera línea base y que fue de 8,3 niños muertos por cada diez mil nacidos vivos.
Pasar de 8,3 2015 a 8,16 en 2019 es absolutamente insuficiente. Prácticamente el Distrito renuncia a reducir la tasa de mortalidad infantil para menores de un año.
No se plantea un objetivo de reducción de la tasa distrital de mortalidad materna, solo buscaría disminuir diferencias entre localidades
Ahora bien el plan no menciona que pasa con los 10.000 cupos de los jóvenes en riesgo de delincuencia que sosteníamos con un ingreso de 800.000 pesos mensuales a cambio de su estudio , llegó a más de 5.000 cupos en el SENA, programa que redujo sustancialmente la inseguridad en el centro, ni qué pasará con la política nutricional para colegios, jardines o familias en vulnerabilidad
Pasemos a lo que era el eje de política acerca del cambio climático, que ya no es un eje en el Plan de Peñalosa
El plan de Peñalosa busca pasar de 27.876 toneladas mensuales de residuos reciclados que alcanzamos a 36.740. El programa de Basuras cero debería tener una meta más ambiciosa para el 2019, dado el Plan de gestión de cambio climático que firmé como decreto en diciembre del 2015 y que es nuestro compromiso con la humanidad y la vida en el planeta. Este plan estipula llegar para el 2020 a reutilizar todo el material potencialmente reciclable, que conjuntamente con una reutilización del 25% de escombros nos daría una reducción de un millón de toneladas de CO2 equivalente de las cuatro que se proponen para esa fecha. Sin esta meta no cumplimos el plan de mitigación del cambio climático.
Aumentar en 300 toneladas diarias los residuos para aprovechamiento es una meta absurda respecto al desafío del plan de gestión del cambio climático que sigue siendo vigente en el ordenamiento jurídico distrital.
Plantea Peñalosa pasar de 36.000 luminarias LED que cambiamos por nuevas tecnologías a 152.000 luminarias, la mitad de todo el alumbrado público, meta loable si no se financia por una contribución regresiva, pero respecto al plan de gestión de riesgos del cambio climático en cuanto a eficiencia energética, implica otra serie de metas que no aparecen: la sustitución progresiva de gas domiciliario por energía solar, meter a la EEB en generación de energía solar y disminuir pérdidas de agua en acueducto, y desarrollar la política de reutilización de aguas lluvias. En ninguno de estos temas encontramos metas en el nuevo plan de desarrollo, al contrario lo adelantado en gestión de aguas lluvias por Bogotá Humana fue suspendido en los primeros meses de gestión del nuevo gobierno.
La meta para el 2020 es plantar 3.000.000 millones de árboles y para el 2050 debemos haber plantado 22.000.000 millones de árboles. Solo así cumplimos, entre otras medidas, con los objetivos de reducir la emisión de CO2 equivalente por persona, del nivel actual en Bogotá. Bogotá Humana solo logró sembrar 250.000 árboles. La priorización de recursos hacia las reservas naturales, las arborización urbana, y la transformación de la agricultura, por lo menos en un 25% hacia agricultura orgánica, son indispensables para lograr un objetivo así.
Al contrario, la administración está buscando destruir zonas de reserva e ir en contravía de este propósito del plan de gestión del cambio climático en Bogotá. En el Plan de Peñalosa no se establecen metas de arborización
En mejoramiento de vivienda se pasa de 3.785 que logramos al 2015 a 4.875 que lograrían en 2019, crece en importancia , pero el aumento es insuficiente si se quiere superar el déficit cualitativo de vivienda, qué es el más grande que tiene Bogotá. Aquí debería ponerse el mayor de los empeños de hábitat, después de la reubicación de familias en alto riesgo.
El reasentamiento de familias en alto riesgo, es el principal aspecto de una política de adaptación al cambio climático, nosotros llegamos a reubicar 7.491 familias a 2015, el nuevo plan plantea reubicar 4.000 familias a 2019. El plan de gestión del cambio climático en sus capítulos sobre la adaptación habla de 8.000 familias reasentadas para el 2020. La meta propuesta por Peñalosa es un absurdo. El empeoramiento de las condiciones climáticas previsibles y el riesgo a la vida que conlleva debería ubicar aquí una meta muchísimo más ambiciosa y con más recursos. Toda la normatividad para el efecto fue construida por la Bogotá Humana. El plan de gestión del cambio climático nos obliga a recuperar ambientalmente para el 2020 el 30% de las áreas en riesgo objeto de reasentamiento de familias. El plan de Peñalosa no menciona este aspecto, ni lo financia.
El uso racional e intensivo del territorio es fundamental para adaptarnos al cambio climático. Y para ello el plan de hábitat es fundamental
Extrañamente el plan de Peñalosa no recoge para el déficit de vivienda las cifras de la encuesta multipropósito del DANE del 2015  para hacer su línea base, sino la hecha en el 2011. Si lo hiciera, tendría que reconocer los avances en disminución del déficit de vivienda de Bogotá Humana, pero además tendría que reconocer que no necesita urbanizar la reserva Thomas Van Der Hammen.
El déficit de vivienda cuantitativo es de 87.200 hogares para el 2014 que implica 872 hectáreas con una densidad de 100 viviendas por hectárea y el crecimiento de hogares de aquí al 2028 se calcula en 400.000 nuevos hogares es decir 4.000 hectáreas. La ciudad tiene disponible de acuerdo al POT año 2.000 7,947 hectáreas y de acuerdo al POT de Bogotá Humana, suspendido pero vigente, 6.757 hectáreas.
La reserva Forestal del norte, ni los cerros orientales, ni los otros municipios, necesitan ser tocados para tener una ciudad sin déficit habitacional, por lo menos hasta el año 2028.
La movilidad sostenible es la que más puede aportar en la disminución de los gases efecto invernadero en la ciudad:
El plan de Peñalosa reconoce que mejoramos la malla vial y que llegamos a un 43% de estado bueno de la totalidad de la malla vial para el 2015, era un 32% en el 2011, pero se propone llevar este indicador al 50% en el 2019, es decir que disminuye el ritmo de mejoramiento que la Bogotá Humana logró.
El tiempo promedio de viaje en la ciudad, uno de los objetivos más importantes de una política pública de movilidad, que en el 2011 era de  62 minutos promedio pasó a 56 minutos promedio en el 2015 y Peñalosa lo reconoce en su plan, pero coloca como objetivo para el 2019, los mismos 56 minutos.
Es decir que todo el plan de inversiones propuesto para movilidad, el mayor del plan, es tan solo para mantener el gasto promedio de viaje de lo(a)s bogotano(a)s alcanzado en el 2015. Esta es la mayor crítica a su propio plan de movilidad y el costo de no priorizar el metro, los tranvías, la urbanización centrada en el centro, la fibra óptica y el desestimulo al automóvil.
El plan de gestión del cambio climático en la ciudad suponía para el 2020 reducir en 800.000 toneladas de CO2 equivalente las emisiones previsibles por concepto de la movilidad en Bogotá.
Para ello se necesita aumentar el porcentaje de taxis eléctricos en la ciudad, realizar el salto tecnológico en buses tanto del SITP como en las troncales hacia vehículos eléctricos e híbridos en un porcentaje importante, desarrollar las cuatro líneas de metro ligero o tranvía, la línea de metro y los dos cables, prácticamente nada de estos objetivos aparece en el plan de desarrollo presentado.
El que los tiempos promedios de viaje apenas se mantengan en el 2019, iguales a los del 2015, queda en duda. Indudablemente sistemas eléctricos como el metro, tranvías y cable no solo eran fundamentales para disminuir los gases efecto invernadero sino para mover más rápido  la población usuaria y disminuir los tiempos promedio de viaje respecto al 2015.
La renuncia a estos objetivos pasa factura en el plan. Adicionalmente, es altamente probable que dejar de usar las tuneladoras subterráneas del metro, los trabajos en corredores férreos del tranvía, lleva de nuevo a trabajo en troncales de buses en vías altamente congestionadas: séptima, 68, Boyacá que ponen en duda siquiera que se mantengan los promedios de viaje alcanzados en el 2015, la expansión de la ciudad propuesta ayudará a que los tiempos de viaje promedio de los bogotanos, aumenten en vez de disminuir.
La tasa de homicidios en el 2011 fue de 22.1 por cada 100.000 habitantes, y pasó a 17,1 en el 2015, con tasas de 16,9 en 2012 y 16,4 en 2013. Peñalosa plantea llevarla a 15 en el 2019. Es decir que mientras Bogotá Humana redujo efectivamente el homicidio en un 28%, el plan de Peñalosa plantea reducirlo en un 12%, menos de la mitad de la intensidad que alcanzamos. Una verdadera confesión de impotencia de la política de seguridad expuesta.
Peñalosa se propone bajar la contaminación del aire de 48  a 43,2, nosotros lo recibimos en 52 en el 2011. Para ello tendría que extender el taxi eléctrico y cambiar Diésel por electricidad en el Transmilenio.
Y se plantea mejorar en condición de agua aceptable los ríos de Bogotá de 20km que alcanzamos en 2015 a 30km en 2019. Objetivo alcanzable si por fin se pueden usar los colectores Fucha, Tunjuelo, construidos y terminados en el 2012 e inactivos por orden judicial del magistrado Marcos Velilla.
Así Peñalosa plantea una meta de disminución de  las emisiones de CO2 equivalentes de 800.000 Toneladas al final del 2019. El 20% de lo que Bogotá necesita reducir en ese año en su compromiso con la humanidad. No pone línea base ni dice si es sobre el nivel actual, o sobre la línea potencial. El Plan de gestión de riesgos y del cambio climático, propone reducir casi 4 millones de toneladas al 2020, de la línea potencial. Indudablemente aquí se estaría incumpliendo los objetivos de mitigación del cambio climático de la ciudad.
El plan de Peñalosa no solo no cumple con los objetivos de inclusión social que Bogotá necesita sino que incumple de manera grave los objetivos de reducción de gases efecto invernadero y adaptación al cambio climático para salvar la vida en el territorio.
Es un plan para construir más troncales de buses para una ciudad que demanda otras necesidades en el siglo XXI

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